El juego es una actividad fundamental que promueve el desarrollo de manera holística o integral en los niños, en cada una de las dimensiones (psicomotriz, comunicativa, socioemocional, cognitiva)(López, 2010). Como actividad rectora en la primera infancia, además de potenciar las dimensiones del desarrollo, promueve la apropiación de valores y normas de convivencia (Calle, 2018), por lo que se constituye en un recurso o una herramienta que favorece el desarrollo integral infantil (Gallardo y Gallardo, 2018). Investigaciones en cuanto al uso del juego en los niños, evidencian que lo emplean indistintamente, pero por lo generan en el desarrollo de sólo una dimensión específica, entre ellas lo asociado con el desarrollo psicomotriz y el aprestamiento de la lectoescritura (Verástegui, 2020; Calderón y Villavicencio, 2013; Cadillo, 2016) para el desarrollo cognitivo (Cevallos, 2017) o enfocado como una opción didáctica para estimular una dimensión. Frente a lo anterior, se observa que el uso del juego en la educación infantil lo direccionan tradicionalmente de forma unidimensional, sin enfocarlo como un recurso que permite el desarrollo integral de los niños y que así mismo de manera simultánea potencializa y permite trabajar desde cada una de las dimensiones.